Si el arte imita la vida, entonces la vida es un desproporcionado bolso de Chanel puesto en una pared - al menos para algunos.
Esa es la impresión en el espectáculo del martes de Chanel en su colección primavera/verano 2014 en París, donde la pasarela estaba decorada como una galería de arte llena de instalaciones de arte contemporáneo mostrando los productos y el logo de la marca de lujo.
Unos enormes frascos de Chanel No. 5 de plexiglás, grandes lienzos con el omnipresente logo de la doble "C" y el icónico bolso con cadena de oro ofrecían un efecto visual al resistente atractivo para el consumidor de Chanel y el sentido del humor de su director artístico, Karl Lagerfeld.
"Quería cierta semejanza entre lo que se considera arte y lo que se considera moda pero sin un acercamiento pretencioso", dijo el diseñador con coleta a periodistas tras el espectáculo.
Sin explicar quedó el maniquí masculino desnudo a cuatro patas con una rueda en su espalda que estaba adornada con el logo de Chanel.
Lagerfeld - que cumplió 80 años este mes y ha pasado tres décadas al frente de Chanel - no dejó todo el arte en la pared.
Como dijo el cantante Jay Z: "Sólo quiero un Picasso en mi... castillo" en una banda sonora que sacudió al graderío, Lagerfeld envió 90 modelos al desfile, una de las presentaciones más ambiciosas en París de la compañía no cotizada.
Con brillantes tonos frambuesa, azul marino, rosa chicle, blanco y negro, Lagerfeld jugó con nuevas apuestas sobre las clásicas formas de Chanel.
Capas integradas y paneles que se abrían en el muslo daban una sensación contemporánea a las chaquetas con cinturón y las faldas, mientras que los escotes descentrados o los cortes en las mangas dejaban ver un revelaban algún inesperado hombro en lo que de otro modo sería un aspecto recatado.
Más revelador en su simplicidad eran los paneles de tejido que protegían el torso pero que se fijaban a la espalda sólo con una hilera de perlas.
Otras ideas llegaron rápido - polainas con tacones altos, un bolso para tener tres iPods y collares cuyas dos perlas parecían auriculares.
Pero Lagerfeld se salió del toque clásico de Chanel con una serie de vestidos con estampados caleidoscópicos inspirados en brochazos de pintura.
Aunque la atrevida paleta de colores hace que los seguidores de Chanel se tomen un respiro, los complejos pliegues de los vestidos, las tiras de tela que revoloteaban al paso de las modelos y los volantes parecidos a pétalos eran delicadas obras de... arte.
Lagerfeld dijo que querían una "colección muy optimista".
"Parte del mundo está deprimido, pero también hay una parte del mundo donde la gente es muy feliz", dijo, para ofrecer un consejo sobre estilo con una dosis de psicología popular.
"Si estás en un periodo de depresión, es mejor ponerse algo alegre (más) que algo incluso más deprimente porque te deprimirá aún más", dijo.
Si el arte imita la vida, entonces la vida es un desproporcionado bolso de Chanel puesto en una pared - al menos para algunos.
Esa es la impresión en el espectáculo del martes de Chanel en su colección primavera/verano 2014 en París, donde la pasarela estaba decorada como una galería de arte llena de instalaciones de arte contemporáneo mostrando los productos y el logo de la marca de lujo.
Unos enormes frascos de Chanel No. 5 de plexiglás, grandes lienzos con el omnipresente logo de la doble "C" y el icónico bolso con cadena de oro ofrecían un efecto visual al resistente atractivo para el consumidor de Chanel y el sentido del humor de su director artístico, Karl Lagerfeld.
"Quería cierta semejanza entre lo que se considera arte y lo que se considera moda pero sin un acercamiento pretencioso", dijo el diseñador con coleta a periodistas tras el espectáculo.
Sin explicar quedó el maniquí masculino desnudo a cuatro patas con una rueda en su espalda que estaba adornada con el logo de Chanel.
Lagerfeld - que cumplió 80 años este mes y ha pasado tres décadas al frente de Chanel - no dejó todo el arte en la pared.
Como dijo el cantante Jay Z: "Sólo quiero un Picasso en mi... castillo" en una banda sonora que sacudió al graderío, Lagerfeld envió 90 modelos al desfile, una de las presentaciones más ambiciosas en París de la compañía no cotizada.
Con brillantes tonos frambuesa, azul marino, rosa chicle, blanco y negro, Lagerfeld jugó con nuevas apuestas sobre las clásicas formas de Chanel.
Capas integradas y paneles que se abrían en el muslo daban una sensación contemporánea a las chaquetas con cinturón y las faldas, mientras que los escotes descentrados o los cortes en las mangas dejaban ver un revelaban algún inesperado hombro en lo que de otro modo sería un aspecto recatado.
Más revelador en su simplicidad eran los paneles de tejido que protegían el torso pero que se fijaban a la espalda sólo con una hilera de perlas.
Otras ideas llegaron rápido - polainas con tacones altos, un bolso para tener tres iPods y collares cuyas dos perlas parecían auriculares.
Pero Lagerfeld se salió del toque clásico de Chanel con una serie de vestidos con estampados caleidoscópicos inspirados en brochazos de pintura.
Aunque la atrevida paleta de colores hace que los seguidores de Chanel se tomen un respiro, los complejos pliegues de los vestidos, las tiras de tela que revoloteaban al paso de las modelos y los volantes parecidos a pétalos eran delicadas obras de... arte.
Lagerfeld dijo que querían una "colección muy optimista".
"Parte del mundo está deprimido, pero también hay una parte del mundo donde la gente es muy feliz", dijo, para ofrecer un consejo sobre estilo con una dosis de psicología popular.
"Si estás en un periodo de depresión, es mejor ponerse algo alegre (más) que algo incluso más deprimente porque te deprimirá aún más", dijo.
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